Algunas historias tienen la capacidad de sumergirnos en los rincones más profundos del alma humana, y Judith es una de ellas. Esta novela nos presenta un retrato íntimo de su protagonista, una mujer atrapada entre la nostalgia y la necesidad de reconstruirse, mientras navega por relaciones complejas y conflictos internos. Con un estilo que equilibra la acción con la reflexión, la autora nos sumerge en una narración intensa y emocionalmente honesta.
Descubriendo Judith: una historia de introspección y emociones
En esta entrevista, exploramos el proceso creativo detrás de Judith, las temáticas que la atraviesan y las decisiones que dieron forma a la historia.
Judith es una obra profundamente introspectiva y con una fuerte carga emocional. ¿Cómo fue el proceso de escribir sobre conflictos internos y relaciones humanas con tanta intensidad?
No fue precisamente lo que más me costó, imagino porque soy una persona muy observadora y tiendo a escuchar más que hablar, así que me pude “inspirar” en historias humanas que he conocido en profundidad, amén de ser algo en lo que me gusta ahondar.
En tu novela abordas temas como el amor, la amistad, la diferencia de clases y el maltrato. ¿Cuál de estos aspectos fue el más difícil de plasmar en la historia?
El maltrato. Es difícil abordar este tema sin caer en tópicos y sin herir sensibilidades.
Judith es un personaje atrapado entre la nostalgia y la necesidad de reconstruirse. ¿Qué te inspiró a crearla? ¿Tiene algo de ti o de alguien cercano?
El personaje de Judith se fue creando a medida que la historia avanzaba, es decir, yo me planteaba la trama y, después, analizaba cómo ella podría reaccionar. Judith tiene cosas de mí misma.
En la obra aparecen personajes secundarios con historias complejas. ¿Hay alguno al que le cogerías especial cariño o al que le dedicarías un libro propio?
Ana, imagino porque es profesora, como yo, y en este sentido tengo mucho que explicar. Y Santi, porque es un personaje muy plano, sencillo, que creo que aporta equilibrio a la historia.
Barcelona es el escenario vibrante de la historia. ¿Qué papel juega la ciudad en la trama? ¿Podría haber sido ambientada en otro lugar?
Bueno, de hecho no menciono el nombre de la ciudad, ex profeso, porque podría ser una metrópoli costera y con vida propia como Barcelona. En la ciudad los personajes se sienten atrapados en el caos, la rutina, el cansancio. De hecho, todos acaban optando por vivir fuera de la gran urbe.
Has pasado de escribir relatos cortos en Historias Pequeñas Mías a una novela de ficción más extensa. ¿Cómo fue este cambio de registro para ti? ¿Se disfruta más la brevedad o la profundidad de una historia larga?
Historias Pequeñas Mías fue una necesidad mía personal, y me inspiré en mí misma y en mi propia vida. Después de escribirlo pensé que podría intentar algo más complejo, con una trama, algo que me obligara a respetar la secuenciación de los hechos, que me enseñara a ir hilando una historia. He disfrutado mucho escribiendo Judith.
Judith parece una mujer que se debate constantemente entre lo que siente y lo que debería hacer. ¿Qué consejo le darías si la tuvieras delante?
Yo creo que ninguno, porque al final de la historia aprende por sí misma a discernir entre una cosa y otra. Es un personaje valiente, fuerte, admirable.
En la novela hablas de distintos tipos de amor. ¿Crees que en la vida real a veces nos limitamos a una sola forma de amar?
No, lo que creo es que hay que ser abierto de mente y aceptar otras formas de vida que difieren de la nuestra. No existe lo correcto ni lo incorrecto.
El título de la obra es simplemente Judith. ¿Por qué decidiste que su nombre fuera el emblema de la novela?
Judith es una de las denominadas mujeres fuertes de la Biblia y se percibe como el prototipo de heroína que recurre al coraje, al ingenio y a la belleza para dar muerte al enemigo de su pueblo. En este caso, el enemigo es su propia oscuridad.
Es mi nombre preferido, de todos modos. Por eso lo escogí.
En la historia hay una gran dosis de introspección. ¿Eres de las que analiza cada decisión en su vida o te dejas llevar más por la intuición?
Un poco de todo, me gustaría ser más reflexiva y equivocarme menos en este sentido.
El síndrome de la hoja en blanco te sorprendió en este libro. ¿Cómo lograste vencerlo y seguir adelante con la escritura?
Lo vencí apartando la escritura durante unos días, en los cuales se me iban ocurriendo ideas sueltas, improvisadas. Nunca quise obsesionarme. Tomaba notas y, cuando tenía unas cuantas, volvía a la carga y seguía adelante con la historia.
La novela equilibra acción con reflexiones personales. ¿Cuál fue el mayor reto a la hora de mantener ese balance en la narrativa?
Me resultó difícil no caer en el error de que hubiera demasiadas reflexiones personales y, por tanto, escribir algo que pudiera aburrir al lector. Cuando veía que empezaba a “filosofar” en exceso, me concentraba en el devenir de los acontecimientos, pero no fue fácil. Hilar las fechas, las horas, los días de la semana…
Si Judith fuera una película, ¿qué actriz te gustaría que la interpretara?
Alguien joven, porque Judith justo ha terminado la Universidad. Quizás Anna Castillo o Clara Lago.
¿Qué esperas que los lectores sientan o reflexionen después de leer la última página de Judith?
Espero que no se aburran con la lectura, eso lo primero. y espero que, al acabar la historia, sientan que ha valido la pena leerla. Y quizás que se identifiquen con algún personaje, o dediquen algo de su tiempo a pensar en la historia.
Después de esta novela, ¿qué sigue? ¿Volverás a la introspección de los relatos cortos o hay otra historia de largo aliento en camino?
No tengo ni idea. Judith es una novela corta, me gustaría ser capaz de escribir algo más complejo.