1.¿Qué te inspiró a escribir «Lo Que Nadie Te Cuenta: Tecnología Estética Desvelada»?
Desde que comencé mi trayectoria en el mundo de la estética, siempre sentí que había
un vacío de información real, clara y honesta sobre las tecnologías que usamos en las
cabinas. Muchas veces me encontraba con explicaciones demasiado técnicas, difíciles
de entender para el público general, o por el contrario, promesas exageradas que no se
correspondían con los resultados reales. Como profesional y como usuaria, esto me
generaba mucha frustración.
«Lo Que Nadie Te Cuenta» nace precisamente de esa necesidad de transparencia.
Quería crear un libro que explicara de forma sencilla pero profesional cómo funcionan
estas máquinas, cuáles son sus beneficios, para quiénes son realmente efectivas, y
también cuáles son sus limitaciones.
Mi inspiración también vino de las preguntas constantes que me hacían mis propios
clientes: «¿Cuál es la mejor máquina?», «¿Qué tratamiento me recomiendas?», «¿Es
verdad que esto elimina la grasa sin esfuerzo?»… Con el tiempo, me di cuenta de que
había mucho desconocimiento, y que una buena parte de ese desconocimiento venía
precisamente de la falta de información accesible y honesta.
Por eso decidí escribir este libro, para aportar claridad y ayudar tanto a otros
profesionales como a los usuarios a tomar decisiones informadas, basadas en el
conocimiento y no en las modas o el marketing vacío.
2.¿Cómo comenzaste en el mundo de la estética, y qué te llevó a especializarte en
máquinas avanzadas?
Mi historia en la estética comenzó, como creo que pasa con muchos, por una mezcla de
pasión personal y curiosidad profesional. Desde muy joven me interesó el mundo del
cuidado de la piel y el bienestar, pero fue cuando empecé a formarme y trabajar en este
sector que descubrí cuánto desconocemos sobre nuestro propio cuerpo y sobre las
opciones reales que existen para cuidarlo.
Al principio, como la mayoría, me centré en tratamientos manuales y cosmética
tradicional, pero pronto sentí la necesidad de ir un paso más allá. Veía que, por mucho
mimo y técnica que pusiera en los tratamientos, había ciertos resultados que solo se
podían conseguir si incorporábamos la tecnología adecuada. Y también me di cuenta
de que muchas personas invertían grandes cantidades de dinero en máquinas que ni
sabían cómo funcionaban, o peor aún, que no eran las indicadas para su caso.
Fue entonces cuando decidí formarme de manera específica en aparatología avanzada.
No quería simplemente «usar» las máquinas, quería entenderlas, saber cómo y por qué
funcionaban, cuáles eran las diferencias entre unas y otras, qué parámetros eran
seguros, y cómo adaptar cada tecnología a las necesidades reales de cada piel y cada
cuerpo.
Esta especialización fue un antes y un después en mi carrera. No solo me permitió
ofrecer mejores resultados a mis clientes, sino que también me dio una base sólida
para poder asesorar con criterio, sin vender humo. Porque si algo tengo claro es que la
confianza se gana siendo honesta, y para eso hay que saber muy bien de lo que se
habla.
Hoy en día sigo formándome constantemente, porque la tecnología estética avanza
muy rápido, y creo que ese es uno de los grandes errores de algunos profesionales:
pensar que con lo aprendido una vez ya es suficiente. Cada máquina es un mundo, y
solo entendiendo bien sus bases podemos sacarle todo el partido sin poner en riesgo la
salud de las personas.
3¿Qué avances tecnológicos consideras que han transformado más el cuidado de la
piel en los últimos años?
Sin duda, la tecnología ha transformado por completo la manera en la que cuidamos la
piel hoy en día. Si tuviera que elegir algunos avances que considero revolucionarios,
destacaría la radiofrecuencia fraccionada, el HIFU (ultrasonido focalizado de alta
intensidad), las plataformas láser de última generación y, más recientemente, las
tecnologías híbridas que combinan diferentes energías en un solo equipo.
Estos avances no solo han permitido mejorar los resultados, sino también reducir los
tiempos de recuperación, minimizar los riesgos y hacer accesibles tratamientos que
antes eran exclusivamente médicos. Hoy, por ejemplo, podemos trabajar la flacidez sin
necesidad de cirugía, estimular la producción de colágeno en capas profundas de la
piel o tratar manchas y rojeces de manera muy precisa gracias a las diferentes
longitudes de onda de los láseres modernos.
Pero lo que más valoro de estos avances no es la máquina en sí, sino la posibilidad que
nos dan de personalizar cada tratamiento. Ya no hablamos de protocolos cerrados o
estándares, sino de adaptar la tecnología a la realidad de cada paciente: su edad, su
tipo de piel, sus hábitos de vida, su genética… Y esa es, para mí, la verdadera
revolución.
A nivel personal, he podido ver cómo muchas personas recuperan no solo la salud de su
piel, sino también la autoestima, cuando los tratamientos están bien indicados y bien
ejecutados. Y eso es algo que ninguna máquina logra por sí sola: se necesita
conocimiento, honestidad y un acompañamiento real durante todo el proceso.
4.¿Cuáles son los errores más comunes que cometemos al utilizar tecnología estética
en casa?
El error más común es pensar que todas las pieles son iguales y que clauquier aparatos
sirve para cualquiera. Muchas personas compran dispositivos sin entender realmente
cómo funcionan, sin diagnóstico previo y sin saber si esa tecnología es adecuada para
su tipo de piel o necesidad.
Otro error muy frecuente es el uso exclusivo o incorrecto. Mas no siempre es mejor. He
visto casos de pieles sensibilizados, irritadas o incluso quemadas por abusar de
aparatologia doméstica sin respetar los tiempos, la intensidad o las indicaciones
básicas.
- ¿En tu experiencia, qué es lo más importante a la hora de elegir una máquina médico-
estética para el cuidado de la piel?
Sin duda, conocer bien la tecnología y tener claro qué resultado buscas. No se trata de
elegir la máquina “de moda”, sino la que realmente se adapta a las necesidades de
cada piel.
También es fundamental valorar la seguridad del equipo, la formación que ofrece la
marca y el soporte técnico. Una buena máquina no es solo potencia, es precisión,
respaldo y conocimiento.
Y sobre todo, entender que la mejor máquina es solo una herramienta. Lo que marca la
diferencia es la mano y el criterio del profesional que la utiliza.
- ¿Cómo se pueden integrar estas tecnologías avanzadas en una práctica profesional
para obtener los mejores resultados?
La clave está en no trabajar con protocolos cerrados, sino personalizar cada
tratamiento según las necesidades reales del cliente. No todas las pieles responden
igual, y no todas las tecnologías son para todos.
Integrar bien las máquinas significa saber cuándo combinarlas, cuándo dar descanso a
la piel y cuándo es mejor no hacer nada. A veces, menos es más.
El éxito está en la evaluación previa, en la formación continua y en tener claro que las
tecnologías deben sumar, no sustituir el criterio profesional.
- ¿Qué beneficios has observado al utilizar tecnologías como la radiofrecuencia y la
microdermoabrasión?
La radiofrecuencia es una gran aliada para estimular el colágeno, mejorar la firmeza y
dar ese aspecto de piel sana y jugosa que tanto buscamos. Lo que más valoro es que
activa procesos naturales del cuerpo, sin ser invasiva.
La microdermoabrasión, en cambio, es ideal para renovar la piel, suavizar la textura,
aclarar manchas superficiales y mejorar la absorción de los productos que aplicamos
después.
Ambas tecnologías, cuando se usan bien, respetando los tiempos y las indicaciones,
consiguen resultados visibles sin dañar la piel. Y eso es lo más importante: lograr
cambios reales cuidando la salud de la piel a largo plazo.
- En el libro mencionas que estas tecnologías pueden revolucionar la práctica estética.
¿Cómo has visto ese impacto en tu propia carrera?
Para mí, conocer bien estas tecnologías ha sido un antes y un después. Me ha permitido
ofrecer tratamientos más efectivos, personalizados y seguros, pero sobre todo, ha
reforzado la confianza de las personas que vienen a mi centro.
He visto cómo pequeños cambios, bien indicados, pueden transformar no solo la piel,
sino también la autoestima de quien tienes delante. Eso es lo que realmente me motiva
cada día.
No se trata de tener muchas máquinas, sino de saber cuándo y cómo utilizarlas con
criterio y honestidad. Ese enfoque es lo que ha marcado la diferencia en mi camino
profesional.
- ¿Qué consejos darías a los profesionales de la estética que quieren mantenerse al día
con las últimas innovaciones tecnológicas?
El mejor consejo es no dejar nunca de formarse y, sobre todo, aprender a cuestionar. No
todo lo nuevo es necesariamente lo mejor, y no todas las máquinas funcionan igual para
todos.
Es importante elegir bien de quién aprendes, contrastar la información, y no dejarse
llevar solo por la publicidad o las modas. La tecnología cambia rápido, pero la base
científica y la experiencia son las que te permiten decidir con criterio.
Y algo que siempre digo: más importante que la máquina es saber para quién, cuándo y
cómo utilizarla.
- ¿Qué papel juega la formación continua en la industria estética para garantizar la
seguridad y la eficacia del tratamiento?
La formación continua no es una opción, es una responsabilidad. Las tecnologías
evolucionan, las pieles cambian y cada cliente es único. Por eso, seguir aprendiendo es
la única manera de ofrecer tratamientos seguros y efectivos.
No se trata solo de saber manejar una máquina, sino de entender qué hay detrás de
cada técnica, conocer las contraindicaciones y respetar los procesos del cuerpo.
Formarse es cuidar de las personas que confían en ti. Y para mí, eso es lo más
importante en esta profesión.
- ¿Cómo ves la evolución de la estética en los próximos 5 o 10 años con los avances
tecnológicos?
Veo una estética cada vez más personalizada y menos invasiva. Las tecnologías nos
permitirán tratar la piel de forma más precisa, respetando su naturaleza y acelerando
los tiempos de recuperación.
También creo que la combinación de varias técnicas será clave: ya no se buscará un
solo tratamiento, sino protocolos integrales adaptados a cada persona.
Y algo que siempre recordaré: por mucha tecnología que tengamos, la atención humana
y el criterio profesional seguirán siendo insustituibles.
- En tu libro mencionas las máquinas médico-estéticas como herramientas
poderosas. ¿Cómo se debe abordar su uso de manera responsable y ética?
Con respeto y conocimiento. No podemos olvidar que trabajamos sobre el cuerpo de
otra persona, y cada tratamiento debe ser pensado para su bienestar real, no para
vender más.
Utilizar una máquina implica entender sus límites, sus riesgos y saber decir “no” cuando
un tratamiento no es lo mejor para el cliente.
La ética profesional es lo que da valor a nuestro trabajo. Sin ella, ninguna tecnología
puede sostener una carrera a largo plazo.
- ¿Cuál es tu tecnología favorita para el cuidado de la piel, y por qué?
Si tengo que elegir, me quedo con la radiofrecuencia fraccionada. Trabaja a nivel
profundo, estimula colágeno de forma natural y permite resultados visibles sin dañar la
capa superficial de la piel.
Además, es una tecnología segura, versátil y adaptable a diferentes edades y
necesidades. Es de esas herramientas que realmente potencian la regeneración celular
respetando la estructura de la piel.
Me gusta porque no enmascara problemas: los trata desde la raíz.
- ¿Cómo afectan los avances tecnológicos en estética a la percepción de la belleza en
la sociedad actual?
La tecnología ha hecho que la belleza se vea hoy como algo más accesible y natural. Ya
no se busca cambiar radicalmente el rostro o el cuerpo, sino mejorar lo que uno ya tiene
de forma sutil y armónica.
También ha cambiado la expectativa: ahora las personas valoran más los resultados
progresivos, reales y respetuosos con su identidad.
Para mí, el verdadero avance es que la belleza empieza a entenderse como salud,
bienestar y autenticidad, no como perfección.
- Sabemos que eres autora de «Secretos de belleza desde tu hogar». ¿Cómo ha
influido este libro en tu carrera profesional y en tu relación con tus seguidores?
«Secretos de belleza desde tu hogar» fue el inicio de una conexión mucho más profunda
con mis seguidores. Me permitió acercarme a ellos desde un lugar más humano,
enseñándoles que el cuidado real de la piel empieza con conocimiento y constancia, no
con productos milagro.
Profesionalmente, abrió puertas a nuevas oportunidades y me hizo entender la
importancia de comunicar de forma clara y sincera. A partir de ahí, mi relación con los
clientes se volvió más cercana, basada en confianza y respeto mutuo.
Ese primer libro fue la semilla de todo lo que hoy estoy construyendo.
- En tu experiencia, ¿qué tan accesibles son estas tecnologías para los profesionales
en formación y para los usuarios comunes?
Hoy en día, las tecnologías son más accesibles que nunca, pero también hay una gran
diferencia entre tener acceso a una máquina y saber usarla correctamente.
Para los profesionales en formación, es fundamental invertir primero en conocimiento
antes que en aparatología. Una buena base técnica te permite aprovechar cualquier
tecnología de forma segura y efectiva.
Para el usuario común, recomiendo mucha prudencia: no todo lo que está a la venta es
apto para el uso doméstico. Lo importante no es solo tener acceso, sino usar cada
tecnología con responsabilidad.
- ¿Qué impacto tiene la personalización de los tratamientos con tecnología avanzada
en los resultados finales?
La personalización lo cambia todo. Cuando adaptas un tratamiento a las necesidades
reales de cada piel, los resultados son más naturales, duraderos y seguros.
Cada persona tiene un tipo de piel, un ritmo de regeneración y una historia detrás. Usar
la tecnología de forma personalizada respeta esos tiempos y optimiza el resultado sin
forzar procesos.
Para mí, personalizar no es un lujo, es una obligación si queremos cuidar de verdad a
quienes confían en nosotros.
- ¿Qué mitos sobre la tecnología estética te gustaría desmentir?
Uno de los mitos más peligrosos es creer que las máquinas lo solucionan todo por sí
solas. La tecnología es una herramienta, pero sin un diagnóstico correcto y sin un buen
protocolo, no da resultados.
Otro mito es pensar que «más potencia» siempre significa «mejores resultados». Cada
piel tiene un límite, y un tratamiento agresivo puede ser más dañino que beneficioso.
La estética inteligente no busca atajos: busca trabajar de forma segura, progresiva y
respetuosa con el cuerpo.
- ¿Cuáles son las tendencias tecnológicas más emocionantes que estás observando
actualmente en el campo de la estética?
Estoy viendo una tendencia clara hacia tecnologías que combinan varias energías en un
solo tratamiento: radiofrecuencia, ultrasonido, láser y estimulación electromagnética
trabajando juntos de forma más precisa y controlada.
También me emociona ver cómo avanza la inteligencia artificial aplicada a diagnósticos
de piel, permitiendo protocolos aún más personalizados y seguros.
Lo más bonito de esta evolución es que cada vez se prioriza más el respeto por la
biología natural de la piel, y menos la agresión innecesaria.
- Finalmente, ¿qué mensaje te gustaría dejar a aquellos que recién comienzan en el
mundo de la estética y desean aprovechar la tecnología en su práctica profesional?
Mi mensaje es claro: nunca pierdas de vista que detrás de cada tratamiento hay una
persona, no una máquina.
La tecnología es poderosa, sí, pero el verdadero valor lo pone tu conocimiento, tu ética
y tu sensibilidad.
Invierte en formación, mantente curioso, y no busques atajos. Los resultados duraderos
no vienen de la prisa, vienen de hacer las cosas bien, con respeto por la piel y por quien
confía en ti.
Y recuerda siempre: la mejor herramienta que puedes tener es tu compromiso diario
con la excelencia.